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Nicole Martín Medina

Gestora Cultural – Abogada/MBA

El cuento del trompetista o ¿Para qué sirve una orquesta? – Parte 1

Trabajo realizado en trascurso del

Máster Dirección y Gestión de Empresas Culturales y Creativas – Universidad Europea Miguel de Cervantes, 2020-2021

 

Asignatura «Fundamentos teóricos de las Industrias Culturales y Creativas» Puntuación: 10

Texto reducido (sin la parte teórico-académica)

Entrega especial de Navidad 2023, en 6 partes

El cuento del trompetista o ¿Para qué sirve una orquesta? PARTE 1 - (6 de diciembre)

Érase una vez un trompetista que vivía en un país llamado Il Regno Vivace. Il Regno Vivace era un país de amplias praderas grandes, verdes y divinas, caminos largos entre pueblos y un sol radiante cada día. Pero lo que realmente hacía Il Regno Vivace especial era el hecho que todo el mundo tenía conocimiento musical. Todos sabían tocar un instrumento y todos participaban en alguna agrupación musical, en una orquesta. ¡Qué maravilla de país!

En aquel entonces se daba el caso que nuestro trompetista estaba a punto de entrar en la Orquesta Nacional del reino. Él llevaba mucho tiempo preparándose para este gran día, ya que sabía que la orquesta nacional era el culmen de todos sus sueños. La Orquesta Nacional era lo que había dado sentido a su vida en los últimos años.

Muchas veces, en su tiempo libre, nuestro trompetista se deleitaba con preguntas filosóficas como el sentido de las cosas. Había llegado a la conclusión que el sentido de las cosas es él que cada uno les da a través de sus pensamientos. Las cosas, las vivencias, el día a día, nada es ni bueno ni malo, si no todo es. Somos nosotros los que las interpretamos como tales.

∞ ∞

El primer día de su nuevo trabajo estaba caminando hacia la sede, la orquesta, un edificio dorado con una gran cúpula de cristal que permitía ver las estrellas desde el escenario central. En su camino estaba reflexionando –como tantas veces- sobre el sentido de las cosas y se acordó de Descartes. Fue el filósofo que decía “Cogito ergo sum”. Pienso, luego existo. Veía cierta conexión entre sus propias ideas y esta afirmación. Pero ahora se tenía que dar prisa, si no llegaría tarde al ensayo.

Cuando llegaba al noble edificio dorado donde residía la Orquesta Nacional, se quedó impactado, maravillado, solamente al ver esta preciosidad arquitectónica. Eso le llevó a acordarse de Ictino, el gran arquitecto griego del Partenón en Atenas y quien había escrito sobre la simetría del arte. “Tendré que reflexionar un día sobre la simetría en la música”, pensó. Durante unos segundos se quedó inmovilizado mirando esta cúpula cristalina que en la noche abría el camino a las estrellas y todo el universo. “¿Qué hacemos aquí en este mundo?”. “¿Qué sentido tiene la vida?”.

Nicole Martín Medina - El cuento del trompetista o ¿Para qué sirve una orquesta? - Parte 1

De repente, recibió un golpe en el costado. Se había quedado parado delante de una de las puertas principales en el momento justo en que otro músico la abrió para ausentarse. “Hombre, no te pares en medio del camino. Y si vienes al ensayo, pues apúrate. Llegas tarde.”

“Qué extraño comportamiento del compañero”, pensó nuestro trompetista. Aun así, se apuró y fue directamente a la sala de ensayos. Una vez encontrada la sala, entró y vio, como no puede ser de otra manera, a unos 83 músicos sentados en semicírculo, todos en sus secciones. El maestro todavía no había llegado, menos mal. Se dio cuenta de que solamente una silla en el fondo, entre la sección de viento, trompetas, estaba vacía. La suya. “Empezamos bien”, pensó. “Primer día y, de verdad, llego tarde. Vaya vergüenza.”

Saludando a los presentes se hacía camino a su sitio, sus ojos buscaban una referencia, el concertino, o el maestro. Tampoco había nadie de secretaría técnica en la sala para recibirle. Por consiguiente, al ser obvio su sitio, se sentó. Nadie le prestaba demasiada atención, al menos no más allá de saludarlo. “Curioso, soy nuevo, es mi primer día y todos tan apáticos,” pensó el trompetista.

Empezó a preparar su instrumento, una y otra vez intentando conseguir algo de complicidad con los compañeros, pero no consiguió nada más que respuestas monosilábicas. Mientras abría la partitura le pasaba por la cabeza que siempre había imaginado que la Orquesta Nacional sería un lugar lleno de emociones, de entusiasmo por la vida y la música. Un lugar del arte y del bien hacer, un lugar de la comunicación y de corazones que latían al mismo compás. Sin embargo, lo que se había encontrado en su primer día de trabajo eran personas apesadumbradas simplemente haciendo su trabajo. Al menos eso parecía.

En esta situación tan perturbadora, por fin, se acercaba el maestro. Saludaba a los presentes, sin prestar más atención a que había un trompetista nuevo entre sus músicos. “Segundo movimiento, compás 57”, dijo y levantando su batuta daba la entrada. Nuestro trompetista sintió cómo se puso nervioso. Una confusión se apoderaba de su mente y en su frente se estaban mostrando los primeros signos de sudor.

“¿Pero eso qué es?” Si no lo supiera mejor, pensaría que estaría en una fábrica. No pudo, sino pensar en los hombres grises de un libro que había leído con mucha pasión cuando era niño. Se titulaba “Momo” y era de Michael Ende[1]. En este libro, los hombres grises robaban a las personas su tiempo y lo fumaban hecho cigarrillo. Nadie como ellos sabía el valor del tiempo, de cada segunda, de cada minuto, de cada hora. Y, en caso de que no pudieran seguir robando tiempo a otros, morirían. Esta orquesta no era muy diferente a los hombres grises de Momo.

El cuento del trompetista o ¿Para qué sirve una orquesta? – Parte 2

Un grito del maestro le sacó de sus pensamientos. “¿Ud. no piensa entrar si le doy la entrada?”. La batuta del maestro estaba dirigida a nuestro pobre héroe que se sentía más perdido que nunca en su vida. “Sí, Ud. Trompeta”. El trompetista solamente sabía responder un bajísimo “Disculpe, Maestro” y el sudor en su frente alcanzaba la cantidad de una lluvia de verano. “De nuevo, segundo movimiento, compás 57”, dijo el Maestro.

El trompetista alcanzaba en su interior un estado de pánico, sus dedos no le iban a responder. La respiración la tenía muy alterada. “¿Pero qué sentido tiene todo eso?”, curioseaba. No olvidemos que nuestra historia tiene lugar en Il Regno Vivace. Que ninguno de los lectores se confunda con un ensayo real de una orquesta sinfónica.

 

… Continuará el día 19 de diciembre…

 

Nicole Martín Medina

Las Palmas de Gran Canaria

Navidad 2023

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El cuento está disponible también en

Deutsch: https://nicolemartinmedina.com/de/wozu-ist-ein-orchester-da-teil-1/

English: https://nicolemartinmedina.com/en/what-is-an-orchestra-for-part-1/

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Nota a pie:

[1] Ende, Michael (1973). „Momo – Los hombres de gris”.

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12 respuestas

    1. Hola Luis, muchísimas gracias por leerme. Si te gusta, vuele a pasar por el blog los días 19, 24, 25 de diciembre, el 1 y 6 de enero. Entonces el cuento, colorín colorado, habrá acabado. Disculpe la tardanza en responder, pero hoy me voy a sentar a preparar la continuación del cuento…. Un abrazo, Nico

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