Me tropecé con el término español de la sostenibilidad por primera vez en mi Máster en Calidad Turística Ambiental Sostenible y Promoción de la Paz. Sí, por muy raro que suene, tengo un máster con este título curioso de la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas. Cuando lo cursé (más como curso avanzado del castellano que otra cosa) y aun cuando me enviaron la titulación, no había entendido exactamente la palabra sostenibilidad. La traducción alemana tampoco me ayudaba, porque tampoco sabía bien lo que era Nachhaltigkeit. Eso fue por el año 2002.
Hoy en día ya todo el mundo sabe a qué nos referimos con el término sostenibilidad. La mayoría de las personas también entienden que la sostenibilidad tiene varias expresiones como, por ejemplo, la sostenibilidad medioambiental, la sostenibilidad económica, la sostenibilidad social, etc. Pero por mucho que hayamos aprendido en los últimos veinte años sobre la sostenibilidad, aún se trata de un término que puede crear polémica, que es amorfo, sobre todo si lo ponemos en el contexto del desarrollo sostenible, debido a que este último se ha convertido, tanto en el mundo político como empresarial, en un slogan de campañas de marketing[1].
Para más inri, ahora ponemos la sostenibilidad en el contexto de las orquestas sinfónicas que, a primera vista, poco tienen que ver con ella. Más tarde, desde la formulación de la teoría sobre la enfermedad de costos de Baumol,[2] supimos que una orquesta sinfónica nunca será sostenible por sí misma económicamente hablando, ya que se trata de un servicio que está, por razones estructurales y singulares, caracterizada por un estancamiento de la productividad. Dicho de otra manera, mientras los salarios sufren un incremento regular, la productividad laboral, en el mejor de los casos, se estanca o incluso va a la baja. De esta forma, es imposible alcanzar una rentabilidad que garantice una sostenibilidad económica. Las orquestas sinfónicas siempre necesitarán aportaciones públicas o privadas para poder sobrevivir.
Ahora la nueva tendencia en las orquestas europeas y americanas no es alcanzar una sostenibilidad económica, sino una sostenibilidad medioambiental. Con esto surge la duda de si estamos añadiendo a un rompecabezas sin solución otro más. ¿Una organización que no es ni siquiera capaz por sus propios medios de mantenerse económicamente en el tiempo va a realizar un esfuerzo extra, lo que significa intrínsecamente un esfuerzo económico añadido, para lograr una sostenibilidad medioambiental? No va a ser fácil, diría yo.
La definición de sostenibilidad,[3] como término general, se podría expresar como la “satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas, garantizando el equilibrio entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y bienestar social”. La sostenibilidad medioambiental es asumir que la naturaleza y el medio ambiente no son una fuente inagotable de recursos, por lo que se hace necesaria su protección y uso racional incluso para las orquestas sinfónicas.
Las orquestas internacionales llevan unos años implementando una política de sostenibilidad que incluye (1) objetivos y metas a alcanzar para reducir el impacto ambiental, así como estrategias para lograr estos objetivos. (2) Cada vez más se utilizan materiales reciclados para los ensayos de la orquesta y los atriles digitales están de moda. (3) También se utilizan energías renovables para la iluminación, el sonido, los equipos de audio y otros elementos durante los conciertos y ensayos, al igual que se establecen estrategias de reciclaje para los equipos y materiales de ensayo. Finalmente, (4) se evalúa el uso de opciones de transporte sostenible para llegar a los lugares de ensayo y concierto. Esto puede incluir compartir vehículos, usar transporte público, ciclismo, etc. o aplicar el concepto de huella de carbono a una organización[4].
La huella de carbono es un término que pretende describir el impacto total que una organización u orquesta tiene sobre el medio ambiente a raíz de la emisión de CO2 a la atmósfera. Y los cuatro puntos anteriores intervienen como factores en este cálculo para, según el resultado obtenido, tomar medidas que reduzcan las emisiones de este compuesto químico.
Hace un año, en mayo de 2022, en el Deutscher Orchestertag 2022, asistí a la ponencia de Detlef Grooß, viola y miembro fundador de la Orchester des Wandels[5], que es una de las personas que más camino ha abierto en este sentido en los últimos años. El título era Das grüne Orchester: Nachhaltigkeit ist Teamsport o La orquesta verde: la sostenibilidad es cosa de todos. En la charla posterior conocí, para mi gran sorpresa a muchas personas encargadas de la sostenibilidad medioambiental en sus respectivas orquestas. Casi todos eran músicos de plantilla que, a media jornada, se dedicaban a definir la huella de carbono y a tomar acciones para reducir las emisiones CO2. Eran músicos personalmente muy comprometidos con el medio ambiente. Hasta ese momento, una servidora residente en Canarias, no se había enterado de lo muy avanzado que están con el tema en algunos sitios, mientras que aquí lo ignoramos por completo.
La Federación alemana de orquestas (Deutsche Orchestervereinigung Unisono) publicó en 2021 una guía o manual sobre la sostenibilidad en orquestas profesionales[6].
Para orquestas británicas se ha publicado otra guía o manual por Julies Bycicle[7], una organización sin ánimo de lucro que centra su trabajo en los retos que crea el cambio climático y que colabora con el Arts Councile británico y las orquestas del Reino Unido. Esta pone, además, varias «herramientas verdes» (Green Tools)[8] a disposición de sus clientes.
También la Liga de las Orquestas Americanas (League of American Symphony Orchestras), a través del artículo de Brian Wise (2020) para la revista Symphony, habla del fenómeno[9].
A su vez, el Organismo Internacional de Estandarización (ISO)[10] con sede en Ginebra, ha aprobado la norma ISO 14064, parte 11, sobre la huella de carbono y cada vez hay más calculadoras de CO2[11] disponibles en internet para ayudar a las organizaciones a tener este criterio en cuenta en su día a día.
Algo está pasando con el concepto de sostenibilidad también en las orquestas, eso queda claro.
Sin embargo, igual que Christina Koop[12] en su artículo en la página Kulturmanagement, me pregunto hasta qué punto la sostenibilidad y su implementación en orquestas sinfónicas es una realidad con futuro o más bien una ilusión, al menos en lo que respecta a Canarias. ¿O deberíamos querer ser justamente aquí pioneros en el tema?
Si, por un lado, se sabe que el público exige cada vez más iniciativas dirigidas al cuidado del medio ambiente y, por otro lado, las orquestas disponen de la información necesaria para tomar las decisiones correspondientes, sorprende que, por lo general, todavía haya mucha resistencia entre los empleados, tanto directivos como subordinados, a dar el paso y comprometerse con el tema. No obstante, el mundo de las orquestas es en sí mismo sumamente complejo, por lo que esta resistencia tampoco sorprende tanto.
No obstante, aquí en Canarias leí por primera vez sobre una acción de una orquesta dirigida a la compensación de las emisiones de CO2 durante el pasado 39.º Festival Internacional de Música de Canarias. Eso sí, fue una acción de una orquesta alemana, la Bamberger Symphoniker[13]. Ellos están comprometidos con el medio ambiente desde hace años. Se trataba de una acción de reforestación simbólica con especies locales, tanto en Tenerife como en Gran Canaria, como compensación al impacto que su gira por España generaría al medio ambiente. (Añado una copia de un artículo de La Provincia sobre la acción de reforestación promovida por la orquesta alemana).
Debido a las particularidades de ultraperiferia e insularidad de Canarias, las empresas —al igual que las orquestas— se enfrentan aquí a mayores complicaciones que en el continente. Y la sostenibilidad no es una excepción. Basta con observar el sistema de reciclaje de las islas para ver ante qué dificultades de gestión se ven las islas en temas medioambientales. Si añadimos a estas las complejidades y entresijos de la gestión de eventos y, en particular, de los conciertos de una orquesta, las cosas se complican tres veces más.
Ojo, con esto no digo que no hagamos un esfuerzo en la dirección correcta y no nos comprometamos con la protección de nuestro ecosistema. Tampoco la pregunta planteada arriba quiere decir que considero el tema perdido. No es eso. Como siempre, solamente quiero generar reflexión y debate.
Hay que empezar, sí, pero no se pueden pedir absurdos. Durante mucho tiempo los primeros pasos tendrán más un efecto alegórico que uno de verdad. Aun así, estos pasos deben ser dados. Deben ser dados con todo el corazón, implementados en el día a día de las orquestas, vividos para que no acabemos enredados en lo que se define con otro término de los nuevos tiempos: el greenwashing, o sea, el ecoblanqueamiento[14]. Ya hice referencia más arriba a este concepto de forma indirecta al referirme a slogans de campañas de marketing, porque nada me resulta más decepcionante que el hecho de que el desarrollo sostenible sea utilizado como herramienta para la captación de público. Cuando asistes a estos eventos te das cuenta de que no fueron más que declaraciones bonitas en un folleto.
Una de mis frases favoritas es —especialmente cuando nos enfrentamos a un reto que aparentemente es enorme—: «Si nunca empezamos con nada, nunca lograremos nada, nunca cambiaremos nada». Por este motivo la acción de la 39.º FIMC, junto con los Bamberger Symphoniker, me encantó. Sé que fue una acción auténtica y real porque he podido comprobar que en la propia Alemania las orquestas sinfónicas hoy en día sí viven estas acciones con bastante esfuerzo, por muy simbólicas que sean.
Entonces ¿qué tienen que ver las orquestas sinfónicas con la sostenibilidad? Por ahora relativamente poco. Pero justamente por ello, en un futuro su hacer podría ser la paradoja que compruebe que en este mundo nada es imposible.
Nicole Martín Medina
Las Palmas de Gran Canaria
Marzo de 2023
Nota:
El artículo está disponible también en inglés: https://nicolemartinmedina.com/en/orchestras-and-sustainability/
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[1] Véase https://maestriaderechoambientalucr.files.wordpress.com/2013/10/el-desarrollo-sostenible-artc3adculo-2013.pdf
[2] Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_salarial_de_Baumol
[3] Fuente: https://responsabilidadsocial.net/sostenibilidad-que-es-definicion-concepto-tipos-y-ejemplos/
[4] Fuentes a modo de ejemplo sobre acciones realizadas por orquestas internacionales:
https://www.sueddeutsche.de/muenchen/bamberger-symphoniker-klimaschutz-tour-spanien-1.5740526
https://www.elbierzodigital.com/orquestas-sinfonicas-impacto-ambiental/333022 https://americanorchestras.org/eco-friendly-orchestras/
[5] Del alemán: Orquesta del Cambio, véase para más información: https://www.orchester-des-wandels.de/
[6] La guía está disponible solo en alemán, pero la página web funciona también en inglés: https://uni-sono.org/
[7] Del inglés: La bicicleta de Julie, https://juliesbicycle.com/wp-content/uploads/2022/01/Green_Orchestras_Guide_2011.pdf
[8] Véase para los Green Tools: https://juliesbicycle.com/our-work/creative-green/creative-green-tools/
[9] Véase: https://americanorchestras.org/eco-friendly-orchestras/
[10] Para la ISO véase: https://www.iso.org/standards.html
[11] Varias opciones de calculadoras:
https://uba.co2-rechner.de/de_DE/
https://www.ceroco2.org/calculadoras/
https://www.miteco.gob.es/es/cambio-climatico/temas/mitigacion-politicas-y-medidas/calculadoras.aspx
[12] Christina Koop (2021) en Kulturmanagment.net: Véase: https://www.kulturmanagement.net/Themen/Nachhaltiger-Konzertbetrieb-Naives-Wunschdenken-oder-realistische-Zukunft,4305
[13] Véase, entre otros: https://teneriffa-heute.info/kanaren-bamberger-symphoniker-oekologisch-aktiv
[14] Analogía del inglés al money laundring – blanqueamiento de dinero. Véase: https://climate.selectra.com/es/que-es/greenwashing y https://www.jdsupra.com/legalnews/going-green-or-greenwashing-6766872/
7 respuestas
Como siempre muy interesante 👌
Gacias linda Marga por estar siempre entre mis lectores. Un gran abrazo, N.
Hoy escuché en radio clásica el concepto de concierto Km0, esto era porque trataban de hacer un concierto con instrumentistas, cantantes y director invitado desde muy cerca del entorno de la orquesta. Aquí en Canarias ya hay un salto casi insalvable, pero establecer una especie de «radar de proximidad» para localizar a las personas más solventes para afrontar un programa creo que una de las acciones que debe plantearse en términos de sostenibilidad, pero para eso habrá que saltarse agencias, amiguismos y demás elementos clientelares.
Gracias mil, Javier, por leerme. Y,sobre todo, por aportar tus ideas. Sí, tengo información que a la hora de contratar extras o refuerzos en orquestas se tiene en cuenta la lejanía, sobre todo porque un viaje desde Moscú sale más caro que uno desde Tenerife, asi de simple. No obstante, nadie piensa en el medioambiente en este contexto. Pero, no siempre se puede contratara KM-O, de hecho, muchas veces no se es viable la idea por temas artísticos igual que por temas de agenda. Es complicado, estoy contigo con lo que ‘estamos ante salto insalvable’ y me gusta la idea del rádar. Ya lo usan para las aplicaciones del ligoteo, entonces ¿por qué no usarlo para algo tan útil e importante? – jejeje;-) Un gran abrazo, N.
Gracias Nicole por sacar este tema, ya estamos tardando en tratarlo. El gran consumo de viajes para tener la plantilla completa y cualificada habrá que organizar mejor, conseguir que los músicos cuando vienen tocan más programas seguidas. Otra cosa sería quitar los días de doble jornada, de hecho eso podría aplicarse a muchos sectores, el ahorro en transporte sería importante. Por último hay que mencionar que a veces el aire acondicionado de la sala de ensayo se puede usar con mucho más prudencia, no hace falta que haya 19 grados y todos tocamos muy abrigados cuando fuera hay 28 grados, bajar la temperatura a 25 seria suficiente.
Gracias a ti, Jacob. Sabes que aprecio mucho tus ideas, criterios y punto de vista, y si, además, me confirman o me corrigen en mí pensar, mejor de lo mejor. ¡Bienvenido a mis lectores del blog!! Un abrazo