de Mark Wigglesworth
Reseña
Mark Wigglesworth es un aclamado director de orquesta, tanto en el repertorio escénico como en el sinfónico. En verano 2021 fue publicada la traducción al español de su libro «The silent musician. Why conducting matters» y con este título ha captado directamente mi atención.
¿Por qué? Por un lado, porque es una pregunta que ni siquiera me había planteado. He cantado tantas veces en la vida con un director de orquesta que tengo muy bien claro cuál es su labor, en qué me ayuda como componente de un coro, cuál es su tarea para con la orquesta y qué expresa con sus aparentemente agitados movimientos de manos y brazos al son de la música. Pero, por otro lado, este título me recuerda más bien a otra pregunta que algunas personas me han planteado en reiteradas ocasiones: ¿Por qué hay que gerenciar una orquesta? La respuesta a ambas preguntas me resulta tan evidente como obvia. Simplemente no existen grupos de personas grandes que se autogestionen de forma eficiente. Aun así, sospecho que no todo el mundo lo ve claro.
Hay personas a las que la figura de un director de orquesta les genera intriga y se preguntan si la orquesta no puede tocar sin el hombre con la batuta o si su trabajo realmente afecta sobre la interpretación. Este grupo de pensadores suele ubicarse fuera del mundo de los músicos.
De manera análoga, existen otras personas que argumentan que no hace falta una gerencia profesional en una orquesta justamente porque ya existe un director de orquesta y el equipo administrativo-técnico funciona por su cuenta (algo similar a los músicos que saben realizar las obras sin un director). Este otro grupo de oradores suele encontrarse más bien entre los músicos y artistas.
Me resulta sumamente curioso el contraste entre estas dos preguntas que acabo de plantear y lo poco que sabemos entre todos sobre el funcionamiento de grupos y el necesario liderazgo. No digo que los grupos grandes sin líder no puedan llegar a cumplir objetivos, pero sí dudo y cuestiono la forma en que los alcanzan. Es más, si llegan a cumplir su objetivo, es debido a haberlos definido previamente con unos criterios bajos de calidad y cantidad. Los grupos grandes no suelen ponerse de acuerdo sobre los detalles de la ejecución de una obra, ya sea una obra musical o cuestiones de finanzas o de producción. Asimismo, quisiera añadir otra idea: cuando soy parte de un grupo, lo primero que busco es al líder, la persona que nos guía y nos hace grupo como un buen perro pastor. Puede haber personas que nieguen la necesidad de un líder con facilidad, pero la realidad dentro del grupo es que —al final— todos buscan tener el faro que ilumine el camino para poder funcionar justo como conjunto y no como individuos. Con estos pensamientos en la cabeza me puse a leer.
En El Músico silencioso Mark Wigglesworth contesta a algunas de las preguntas de la audiencia y aclara los mitos y prejuicios que rodean la figura del director de orquesta. La narrativa es redactada en primera persona dado que se basa en experiencias y vivencias propias del Maestro Wigglesworth. El autor muestra mucha empatía con todos los grupos de personas que forman su lugar de trabajo y una alta sensibilidad en general. Los toques de humor que deja ver convierten la lectura en un viaje corto a través de unas doscientas páginas.
Wigglesworth divide el libro en seis capítulos como si de movimientos de una sinfonía se tratara. Los titula Dirigir los movimientos, Dirigir los músicos, Dirigir la música, Dirigir óperas, Dirigir conciertos y Dirigirse a sí mismo. Es más, si quisiéramos dar un título a esta sinfónica narrativa que nos cuenta, seguramente convendría usar el término «Liderazgo de grupos», ya que la narración entera es totalmente aplicable a cualquier figura de líder, director o gerente.
Fíjense en los siguientes ejemplos:
«Dirigir una orquesta consiste en conectar» (pág. 15). Yo diría: Dirigir cualquier grupo de personas consiste en conectar.
«Una orquesta es un cuerpo de músicos que necesita estar empoderado para poder expresarse» (pág. 15). O lo que es lo mismo: Cualquier grupo de personas necesita estar empoderado para poder expresarse.
En otro sitio el mismo autor lo deja claro: «Como la mayoría de personas en puestos de liderazgo, el supuesto poder de los directores de orquesta proviene de su capacidad para empoderar a otros» (pág. 52).
En resumidas palabras: el libro trata más bien de un líder silencioso, de un líder al que no le está permitido usar las herramientas de la comunicación verbal y nos cuenta algunos secretos sobre cómo empoderar solo con gestos a un grupo de personas que, en este caso, son los músicos de una orquesta.
Pero la equivalencia entre un director de orquesta y cualquier otro líder tiene una salvedad: ningún otro líder o directivo, sea del ámbito que sea, genera el mismo interés o las mismas curiosidades que un director de orquesta a la vez que se le reconoce su importancia, incluso sin entenderla ni lo más mínimo. Y es este detalle el que justifica la existencia de este libro, de esta maravillosa lectura.
Las Palmas de Gran Canaria
Octubre 2021
2 respuestas
Me gusta, Nicole.
Precisamente estoy leyendo un libro titulado “Liderar como Jesús “ que he descargado y te envío por si lo consideras de tu interés.
Un saludo.
.G
Muchas gracias, cuando lo haya leído hablamos 😘