Los músicos y sus gestores culturales
Está permitido preguntar. PREGUNTEMOS primero.
Hace unas semanas hablamos sobre los motivos por los que la comunicación entre personal músico-artístico y personal técnico-administrativo en una orquesta puede ser complicada. Con esta segunda parte pretendo profundizar en preguntas que han quedado sin contestar en la primera, como por ejemplo:
¿Qué podemos hacer para entendernos mejor?
Terminé la primera parte de este tema con la recomendación de preguntar primero antes de opinar o juzgar sin conocimiento de causa. Con esto quiero llegar a lo siguiente:
Por un lado, debemos preguntarnos a nosotros mismos si tenemos todo el conocimiento necesario para opinar o si estamos afectados por un velo que nos tapa la vista (ya llegaré más abajo a eso). Por otro lado, debemos preguntar también al compañero si nos puede aportar los detalles que nos faltan o, en general, algo más que deberíamos tener en cuenta.
Supongo que Chiss Voss —autor del libro Never Split the difference[1] (fue traducido al español como Rompe la barrera del no) y quien defiende que cualquier negociación es, en el fondo, un proceso de obtención de información, más que un intercambio para tener la razón o conseguir imponer la voluntad propia— estaría de acuerdo conmigo ¡Preguntemos primero![2]
Personalmente, pertenezco al grupo de los gestores culturales, al personal técnico-administrativo de una orquesta y cada vez que me ocurre algo que afecta a la parte artística y no me siento 100 % segura, primero pregunto.
Explico lo que siento, lo que percibo y cómo lo entiendo. Luego averiguo si eso, tal vez, es un enfoque incorrecto. Incluso puede que primero me dirija a un músico experto de confianza para obtener una referencia profesional que me explique los detalles, que me aporte el punto de vista de los artistas y músicos. Todo esto antes de dirigirme a la persona que corresponda. Si me confirman mi percepción, tal vez opine.
Y criticar… bueno, realmente entiendo que criticar cuestiones artísticas no me corresponde, al menos no más allá de lo que a mi trabajo de gestión se refiere.
Sin embargo, en el caso opuesto, cuando se trata de asuntos de la gestión y las personas que hablan conmigo son artistas o músicos, no siempre es así. Algunos juzgan duramente cuando resulta evidente que desconocen el panorama por completo. Tienen su fixed mindset (ideas fijas) y por eso no siempre son justos con los compañeros de gestión.
Queridos lectores, no me entiendan mal. Sé que hay compañeros de gestión que se dirigen de la misma manera a compañeros músicos. Aquí nadie se salva.
A veces no sé si llorar o reír cuando oigo cómo se emplea una palabra en su sentido puramente literal y se desconoce totalmente su definición legal o su definición específica dentro del ámbito empresarial.
Sobre todo, en temas legales y económico-financieros me atrevo decir que oigo muchas opiniones o críticas que ni siquiera aguantan el filtro del vocabulario técnico bien aplicado. Pero son usadas con una convicción tan absoluta, que quisiera tenerla yo. Si tengo la osadía de decirlo tan claramente, es porque creo que mi formación académica y mi trayectoria profesional me avalan suficientemente para ello.
Con solo preguntar antes de disparar podríamos evitar tantos malentendidos, conflictos innecesarios y emociones heridas.
Pues claro, ¡emociones heridas! En ambos lados somos personas, seres humanos con emociones y sentimientos. A todos se nos olvida eso demasiadas veces.
Incluso si creemos saber, conocer y entender todos los detalles del caso al 100 %, formular primero las ideas con un signo de interrogación ayudaría muchísimo.
El artículo podría terminarse aquí, porque creo que mi propuesta es sencilla:
PREGUNTEMOS PRIMERO.
Asimismo, mis lectores saben que me gusta estudiar los temas un poco más a fondo y, consecuentemente, quiero definir el concepto de preguntar.
¿A qué me refiero con preguntarnos a nosotros y a los compañeros que tengo enfrente?
1. Preguntarnos a nosotros mismos
Aquí tengo que retomar los siete motivos que había formulado en la primera parte de este tema[3] y que definen el fixed mindset (las ideas fijas) de cada uno de los dos grupos profesionales. A través de estas siete ideas diferentes me gustaría definir los puntos de vista que se forman a lo largo de una trayectoria profesional de manera natural, pero que no necesariamente coinciden. Todo lo contrario.
Es lógico que, si trabajamos siempre en un mismo sector o grupo profesional, se nos forme con los años una especie de velo que nos tapa la visión. Nuestras experiencias personales y profesionales definen cómo vemos el mundo que nos rodea. Esto crea ese velo delante de los ojos que impide ver las cosas sin este filtro del fixed mindset.
No obstante, cuando tenemos que trabajar en grupos profesionales mixtos, la vida, antes o después, nos exigirá abrirnos a diferentes puntos de vistas o a otras formas de hacer las cosas. Para facilitar este acercamiento definí los siete principales motivos que obstaculizan la comunicación entre personal artístico y personal técnico-administrativo[4].
En esta continuación quiero ahora especificar cómo nos quitamos la venda de los ojos para acercarnos a nuestros compañeros de trabajo de una forma abierta y constructiva, sobre todo porque —y esto a título personal me importa muchísimo— la comunicación eficiente y el trabajo sobre un objetivo y una misión común[5] son tremendamente importantes para el buen funcionamiento de una empresa u orquesta, algo que solamente es posible conseguir entre todos
a. Romper nuestro fixed mindset de los siete motivos
Cuando digo «Nos tenemos que preguntar a nosotros mismos primero», me refiero a que tenemos que averiguar si, tal vez, no vemos las cosas tan claras como creemos (nos guste o no, ¡¡todos estamos afectados!!), porque este velo nos tapa la vista o nos da unas ideas fijas preconcebidas que nos impiden ver los temas que nos ocupan también desde el punto de vista del otro.
Personalmente tengo muy claro que estoy influenciada por mis experiencias y vivencias. A todos mis lectores que crean que no es su caso les pido que permitan al menos la idea. Con eso ya habríamos logrado un primer paso.
Si tenemos claro que nuestra vista está distorsionada por unas gafas de color (por usar otra metáfora), aceptaremos que a las personas que tengo enfrente les pasa lo mismo.
Retomando los siete motivos, es esencial que, sobre todo en caso de las discrepancias, nos demos cuenta de que el músico ve un tema desde su punto de vista de la excelencia y perfección, mientras que nosotros los gestores pensamos más en el rendimiento y rentabilidad, o sea, en el proceso. Si ambos lados asumen esta pequeña diferencia de enfoque a la hora de plantear un asunto, hemos dado un gran paso hacia delante.
De la misma forma, deberíamos tener siempre en cuenta nuestras propias fortalezas y debilidades y las de las personas que tenemos enfrente, o sea, lo que expuse en los seis motivos restantes y que entorpecen nuestra comunicación.
Al final digo: ¡Seamos generosos!
Todos nos equivocamos. Todos podemos tener un mal día. Todos a veces sufrimos miedos e inseguridades. Todos podemos aprender algo nuevo, todos los días.
¡Seamos generosos con los otros!, pero también con nosotros mismos y trabajemos sobre lo que nos une, no sobre lo que nos separa.
b. Romper con las ideas que forman prejuicios
Como añadido al punto anterior, y pido que se me permita la redundancia, debemos preguntarnos si a lo mejor estamos bajo los efectos de algún prejuicio frente a los artistas-músicos, por un lado, o los gestores culturales, por otro. Y si fuera así, me quito la venda de los ojos y miro de nuevo.
¡Es esencial ser autocrítico y honesto!
2. Preguntar a los compañeros e interlocutores
Llegados a este punto, queda la parte realmente fácil: preguntemos a la persona con la que hablamos, a los compañeros de trabajo, músicos o gestores sobre sus necesidades, circunstancias, motivos e intenciones para hacer o no hacer determinadas cosas. Utilicemos para ello preguntas abiertas. Las preguntas abiertas son las que no se contestan con sí o un no. Son las que comienzan con un ¿quién?, ¿dónde?, ¿cuánto?, etc.
Son preguntas como las siguientes: «¿Qué ha llevado a una determinada situación?», «¿Quién más es responsable o está involucrado?», «¿Qué normas legales o empresariales condicionan la realización de una determinada tarea?»…
Lo mejor es que conozcamos a nuestro interlocutor y las condiciones que le rodean. Con esto, lo más lógico será que cualquier negociación llegue a buen puerto.[6] Debemos escucharle e intentar entender en el sentido pretendido. Mejor que interpretar alegremente es volver a preguntar: «¿Es correcto que…», «Si te he entendido bien…», «¿Pretendías que eso fuera….?».
De hecho, los profesionales de la negociación consideran que la obtención de información es el primer objetivo del proceso de negociación. Debemos preguntar desde lo más genérico hasta los detalles, de la acción o de los hechos, pasando por los motivos y métodos para concluir con lo más específico como los porqués. Una buena negociación es la que busca conocer los motivos que mueven a la otra parte y usar esta información para defender el propio punto de vista. De eso hablaré en la tercera parte de este artículo. [7]
Si, por otro lado, nos equivocáramos en algo, deberíamos disculparnos. Personalmente he defendido siempre (y actuado en consecuencia) que reconocer la propia ignorancia no es una debilidad, sino un signo de fuerza. Nada es más penoso que pretender saber y malgastar el tiempo propio y de los demás.
También es preciso que aprendamos a no rechazar o condenar información nueva y desconocida, aunque esto sea un mecanismo de defensa normal que se dispara automáticamente para no tener que cuestionar nuestro sistema de creencias.[8]
Repito, es mejor volver a preguntar hasta tener todos los detalles bien claros. Y entonces podemos opinar (y si lo consideramos necesario, también criticar).
«La comunicación efectiva surge cuando un mensaje se comparte, se recibe y se comprende sin alterar su objetivo final. Es decir, el emisor y el receptor interpretan el mismo significado. De esta manera, se evitan dudas y confusiones, mientras que se cumplen las expectativas sobre lo que se ha transmitido».[9]
Para conseguir una comunicación como la que definimos, resulta fatal olvidarnos de una mentalidad bien abierta, de la empatía y de la asertividad. Aunque lo peor de lo peor sería no tener comunicación en absoluto, dejar de hablarnos.
Quiero cerrar este artículo con un consejo que me dieron hace tiempo:
Si no se requiere una crítica, mejor no hacerla.
Y repito: está permitido preguntar. PREGUNTEMOS primero.
En la tercera parte de este tema “Como negociar con mucho becuadro” les hablaré de estrategias de argumentación y negociación empleado en el ámbito jurídico-procesal y criminalista y que, visto lo visto, son interesantes y aplicables para todas las situaciones de conflictos o negociaciones de la vida, también para los que trabajamos en la música clásica.
¡Continuará!
Nicole Martín Medina
Las Palmas de Gran Canaria
Marzo de 2024
El artículo está disponible también en
Alemán: https://nicolemartinmedina.com/de/dis-harmonie-in-der-symphonie-teil-2/
Inglés: https://nicolemartinmedina.com/en/dis-harmony-in-the-symphony-part-2/
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Bibliografía:
Libro: Cómo ser feliz si eres músico o tienes uno cerca – Guillermo Dalia
Libro: – Chriss Voss: Never Split the difference, Penguin Books (2016) (existen traducciones a varios otros idiomas)
Artículo: Personality: the source of new insights into the psychology of the musician – Anthony Kemp (pdf)
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Notas a pie:
[1] Chriss Voss: Never Split the difference, Penguin Books (2016), p. 17 ss.
[2] Presten atención a la tercera parte de este tema donde volveré a mencionar el libro.
[3] Véase artículo de febrero 2024 – https://nicolemartinmedina.com/disarmonia-en-la-sinfonia-parte-1/
[4] Podrían ser más o menos motivos, los he agrupado como 7 de forma arbitraria para definir lo que me importa transmitir, el principio, el concepto básico, la idea principal.
[5] Otros lo llaman el trabajo en equipo, pero el término está demasiado desgastado para mi gusto, se ha convertido en un eslogan en las entrevistas de trabajo, no me gusta mucho usarlo.
[6] Chriss Voss: Never Split the difference, Penguin Books (2016) p. 17 ss.
[7] Pendiente de publicación de la tercera parte de este tema, prevista para finales de marzo/abril de 2024.
[8] Este párrafo y su idea no es mío. Lo he leído en uno de los 30 libros que leí durante el año pasado. Por despiste, no me apunté quién, dónde y cuándo lo dijo y no puedo dar el autor. He buscado en todos los libros posibles y no encuentro la cita. Pido disculpas, no pretendo atribuirme algo que no es mío. Para saber los libros que he leído en 2023, pueden consultar mi artículo de enero 2024: https://nicolemartinmedina.com/los-30-libros-que-he-leido-en-el-ano-2023/
[9] Véase: Zendesk (2024) – Comunicación efectiva: qué es y cómo usarla para mejorar tus ventas – https://bit.ly/4avq79z
Un comentario
Me gusta esta entrega, sin duda se podría usar como manual de comunicación de empresa, la comunicación es un aspecto muy importante en una empresa para evitar problemas, errores e ineficiencias. He sido testigo tanto en el ejercito como en la empresa privada de complicadas situaciones debido a una mala comunicación.
Luego está la etapa en la que nos preguntamos a nosotros mismos, me gusta porque es un buen ejercicio , para así confirmar que cosas o detalles de alguien son prejuicios o ideas preconcebidas, y así adelantarnos a posibles dudas.
Y la etapa de preguntar a nuestro interlocutor también importantísima, pues es una manera de conocer al compañero y saber de sus prioridades y que es lo que le preocupa. Otra cosa que considero importante es el de volver a preguntar ante cualquier duda, sobre todo en mi sector eso es muy importante, es mejor quedar como un pesado que no desencadenar un error de difícil solución, eso lo tengo muy claro.
Resumiendo me ha gustado esta entrega , y además porque es de útil aplicación para cualquier sector, Gracias ¡ .